
El vertido contínuo de miles de litros de sustancias contaminantes, produce tales cambios en los indicadores físico-químicos del medio que hacen prácticamente imposible la vida acuática en el último tramo del río Gállego a las puertas de la capital aragonesa, una situación vergonzosa e inexplicable a pesar del cumplimiento de la legalidad, del pago de los correspondientes cánones y de sucesivas multas, o de la concesión de todo tipo de autorizaciones, certificaciones ambientales y de calidad que no pueden, aunque lo pretendan, dar una imagen de limpieza y responsabilidad medioambiental..
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